El apostol Pablo, al dirigirse al tema de la vida y la muerte en su carta a los filipenses, confesó estar en un estrecho entre dos deseos. En un lado, quería permanecer vivo para poder continuar en su misión evangélica. Al otro lado, sabía que estar fuera de este mundo y estar presente con Cristo sería mucho mejor.(lea Filipenses 1:21-23) ¿Cuantas personas conocemos que sinceramente están anciando su día de muerte? ¿No es verdad que la mayoría de la gente vive en temor de ella? Oí a un ministro decir que la muerte es como un espantapájaros. Los pájaros necios guardan su distancia de él viéndolo como un humano que los quiere dañar, pero los sabios saben que su presencia solo significa que hay algo muy bueno para comer allí. Concluyó con esta declaración: "La fe es como un pájaro que le encanta empercharse en el espantapájaros." Si la muerte es tan inofensiva a los creyentes como un maniquí es a los pájaros, ¿para que la hemos de temer?
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