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Maravillosa Gracia
Tratar de explicar la gracia de Dios es un ejercicio en futileza, una tarea inalcanzable. Aun así, comprenderla, aunque sea en una forma limitada, es de grande beneficio. La gracia de Dios incluye, mas es mucho más grande que su perdón. De todos modos, si la salvación que Dios ofrece en Cristo, viniera de otra forma afuera de su gracia, ningún humano la obtendría. Nadie merece, ni puede pagar por su salvación, pues es el regalo de Dios. Tampoco la podemos ganar haciendo buenas obras. Todo esto es claro por lo que dice Efesios 2:8-9: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No es por obras para que nadie se gloríe. Amigo lector, es inutil tratar de llegar al cielo por sus méritos. Es humanamente imposible. ¡Abandone ese juego! El único que salva es Cristo. Su título, Salvador, no vino por casualidad. La única forma en que uno puede ser salvo es por creer en él, y si se cree, tiene que ser de corazón. Si se cree de corazón, tiene que haber confesión. Dice Romanos 10:10 que con el corazón se cree, y con la boca se hace confesión para salvación. Si nunca le ha confesado a Cristo que ud. es un pecador, ni le ha pedido que lo perdone y salve, nunca verá el cielo. Mas si lo hace a este momento, El Señor lo perdonará y salvará en un instante. No lo estoy invitando a una iglesia ni religión, lo estoy invitando a que se entregue a Jesús. No confíe en nada ni nadie más. Y si ud. ya es de él, no olvide que Cristo es tan poderoso para guardarlo como lo fue para salvarlo. En él hay paz y seguridad.
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