20 de marzo de 2020
       No todos los hijos de Dios lo admitirán, pero hay momentos, especialmente en medio de una crisis, cuando comenzamos a cuestionar la efectividad de nuestras oraciones a Dios. Supongo que muchos cristianos en todas partes ya han alcanzado un cierto nivel de frustración porque, para ellos, su petición para que Él detenga esta pandemia de Coronavirus en sus pistas aún no ha sido respondida. Uno de mis compañeros pastores dice que Dios solo tiene tres respuestas para nuestras oraciones, sí, no, y aún no. No importa cuál de las tres escucharemos, nunca debemos olvidar que el propósito del Señor siempre se cumplirá y su respuesta nos beneficiará al final. Además, mientras "esperamos en el Señor" tenemos el apoyo de su gracia, sin mencionar nuestra fe.
       La fe es uno de los preciosos regalos de Dios para sus hijos. Con él, podemos adquirir muchas victorias. Con eso, nos convertimos en vencedores. Juan escribió: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe ". (1 Juan 5: 4) La fe es como el dinero en el banco. Está ahí para que lo saquemos cuando lo necesitemos y no hay límite para lo que podemos sacar porque el Banco del Cielo nunca puede ir a la quiebra. Siempre estará disponible para nosotros. Desafortunadamente, no siempre lo aprovechamos y cuando no lo hacemos, Dios no puede estar satisfecho. Hebreos 11: 6 dice: "Y sin fe es imposible agradar a Dios, porque cualquiera que acuda a él debe creer que Él existe y que Él recompensa a quienes lo buscan fervientemente".

       Mis queridos hermanos, si alguna vez hubo un momento para que el pueblo de Dios orara con un corazón creyente y una determinación piadosa, es ahora. Y como creo que todos oraremos así, no tengo ninguna duda en mi mente de que no veremos grandes cosas dentro de poco.